¿Que si tengo miedo?… ¡Cada día!

Muchos piensan que ser un empresario es fácil. En realidad, nada lo es.

Tuve miedo cuando dejé mi trabajo por cuenta ajena.

A lo desconocido.

A no sentir que lo tengo seguro.

A que la locura de la economía y la política afecte a mis números.

A sentirme pequeña.

A ser una mujer en una profesión de hombres.

A darme valor.

A sentir que exagero y no valgo tanto.

La carrera de un camino por cuenta propia y crecer como empresa creo que siempre afrontará miedos. No te diré que no, que es color de rosa.

En este mundo, darse valor es muy difícil y es como una lucha continua por hacerte un nombre, un hueco en ese mercado tan viciado y copado.

Me han dicho que soy valiente, pero no lo soy, solo resolutiva, práctica y echada para adelante, pero me muero de miedo cada día cuando salgo a defender mi trabajo, aquello en lo que creo, delante de los clientes.

Sin embargo, dejo de tenerlo en el instante en el que soy auténtica. Ahí me transformo porque sé que soy buena en lo que hago y me empodero. Tengo experiencia en ello y sé de lo que te estoy hablando.

Delante de un cliente, aunque no le puedo asegurar nada, le pido que confíe en mí, en mis principios y en mi buen hacer cuando me comprometo. Si me corresponde igual, tendrá lo que busca. Si no, no soy la persona indicada.

Cuando termino mi reunión, me tiemblan la voz, las manos y el talante. Vuelvo a sentirme pequeña y vulnerable.

Tengo miedo, pero el amor y la fe en lo que hago pueden más que cualquier miedo.

Como dice la frase, no dejes que tus miedos sean más grandes que tus sueños.

Vive el miedo y acéptalo como un reto más.

Traspasa tus propias fronteras.

¿Y tú? ¿En qué sientes miedo?